No hace mucho que ha aterrizado iOS 8 (y 8.1) en nuestros dispositivos y ya ha asomado la cabeza el jailbreak para todos los dispositivos con esta versión de iOS. Será esta una solución ‘untethered’, que significará que no se perderá cada vez que se reinicie el terminal. Pero lejos de tratarse de un análisis de los defectos o bondades de realizar este procedimiento ni de cómo realizarlo, vamos a intentar analizar fríamente la necesidad del mismo.
He de decir que yo he sido un rompejaulas desde la primera versión que sacaron. Dicho esto y tras analizar las razones que me impulsaron en un primer momento, que fueron drásticamente impelidas por mi afán de investigación y destripe de todo cuánto me rodeaba, pude comprobar que la finalidad de realizar todo el proceso venía producida en la mayoría de los casos por una de estas tres razones que comento a continuación.
- Dotar al teléfono de funcionalidades no incluidas en la versión de iOS instalada en ese momento, muchas de las cuales eran poseídas por otro tipo de terminales con otros sistemas operativos más ‘abiertos’ a modificaciones. Desfilaban ante nuestros ojos nuevos ‘retoques’ (tweaks) que, cuan bebida energética, ampliaban sobremanera el potencial del iPhone y lo transformaban en la herramienta perfecta henchida de cafeína.
- Conseguir liberar el teléfono pudiendo utilizarlo con cualquier operadora. Gracias a estas herramientas de desbloqueo se eliminaban los límites impuestos y podías utilizar un móvil Vodafone con Movistar, Movistar con Orange, etc. Esto puede parecer una razón baladí, pero en sus inicios las liberaciones no eran tan sencillas como ir a una página web y pagar 10€ y las compañías te daban largas a la hora de aplicarlas, con objeto de complicar, si cabe, más tu huida.
- Instalar aplicaciones comerciales de la App Store sin pasar por caja. Se instalaba en el teléfono una ‘tienda alternativa’ con las mismas o la mayoría de aplicaciones oficiales pero que no requerían de ningún pago a la hora de proceder a su instalación. Eran crackeadas saltándose dicha protección y aparecían en tu móvil como si hubieses realizado todo el proceso de compra. En las últimas versiones han ido apareciendo nuevos tweaks que se saltan muchas de las compras in-app facilitándote la adquisición de variado material y mejoras en muchos juegos y apps.
Como yo soy una persona leal de necesidad y nunca he tenido razones de peso para permutar de operadora de telefonía, la segunda de las razones nunca llamó a mi puerta. En cuanto al tema de instalar aplicaciones ‘por la cara’, vuelvo a hacer referencia a algo que ya he comentado en anteriores ocasiones: si te compras un teléfono de 800€, no gastarte 0,89€ en una aplicación es muy difícil de entender. Bien es cierto que algunas de ellas llegan a precios considerablemente elevados, pero la mayoría discurre por un cauce perfectamente navegable.
Todavía recuerdo la discusión que tuvimos en mi grupo de amigos ante la noticia de un Whatsapp de pago por 0,89€ al año. Pocas aplicaciones merecerían tanto pagar por ellas como una que se usa a todas horas para comunicarnos entre nosotros. ¡Un escándalo! me decían mientras saboreaban su cubata de 8€.
En cuanto a la primera de las razones, esa ha sido la piedra angular, según mi opinión, de la necesidad de un jailbreak. Conseguir funcionalidades que Apple no consideró necesarias en un momento dado pero que a ti se te hacían indispensables. Potenciar la multitarea, personalizar pantallas, vitaminar menús y simplificar funciones, ¡oh! benditos amigos de la investigación que tantas facilidades nos fueron implementando. No sin inconvenientes, ojo, ya que pagábamos el precio de la inestabilidad del sistema, de los reinicios inesperados y de aplicaciones con comportamientos erráticos. Por no hablar de un consumo superior de batería, fruto de programas residentes en memoria que succionaban como aspiradoras energéticas insaciables.
Y es aquí, al llegar a este punto, donde realmente me asalta la duda sobre la necesidad de potenciar algo ya de por sí muy mejorado. En cada paso con el que se ha ido avanzando, en cada versión de iOS presentada, en cada mejora añadida, se ha ido disipando certeramente la niebla del inconformismo. Muchas de las necesidades pasadas que nos obligaban a buscar esta solución, se han visto saciadas por realidades plasmadas en una mejora por la propia Apple en las últimas versiones de iOS, sobre todo en la versión 8.
Yo, he ido perdiendo esta necesidad y dudo seriamente si volver a hacerlo o dejar definitivamente atrás mi pasado de rompejaulas, pero ¿qué opináis vosotros? ¿echáis de menos algún tweak tanto como para tener la necesidad de hacer jailbreak a vuestro dispositivo?