Vale que hasta ahora no había hecho ningún tipo de alusión o comentario sobre el tema del que voy a hablar hoy, pero es que uno va sumando y sumando momentos y al final acaba por intentar responder a las mil preguntas que se le agolpan en el interior del cráneo. Aunque, a decir bien, todas ellas se podrían resumir en una sola: ¿Queda algo por inventar? Hablando de los Palos de selfie, intentaré analizar los hechos desde un principio atando cabos a medida que me los encuentre.
Palos, lo que se dice palos, han existido toda la vida. Se han usado para cazar, para pescar, para construir techumbres, para defenderse, para encender fuego y sobre todo, para ser la base sobre la que los niños han construido su entorno lúdico durante la mayor parte de su periodo imberbe.
También es cierto que, con la llegada de las nuevas tecnologías y los nuevos modelos de teléfonos, dotados de cámaras frontales que te observan a la par que muestran lo observado, nos encontramos con la ventaja de portar fácilmente dispositivos que inmortalizan nuestro devenir diario.
Pero vamos… como toda la vida… que te ibas de viaje y te llevabas tu Canon o tu Nikon o tu Polaroid y si necesitabas salir en una foto con tus acompañantes te ponías a buscar un transeúnte que pareciese más listo y avispado que el resto, con el objeto de que os sacase la foto sin necesidad de impartirle un curso acelerado de obturación. Te la sacaba y listo. A otra cosa mariposa. Porque como no podías verlo porque las cámaras de carrete no tenía pantallita, pues era un acto de fé.
Luego los tiempos cambiaron y llegaron las cámaras digitales. También te hacía la foto un desconocido, pero una vez realizada te la enseñaba como para que dieras el OK a su trabajo. Por si había que repetirlo.
Que sí… que entiendo que no es lo mismo dejar en manos de alguien una camarita de 150€ que un iPhone de 800€, que si el tipo se pone a correr con él en las manos igual no le cogemos, pero es que estamos llevando el tema de NO socializar a unos extremos…
Pues resulta que, dentro de este vacío tecnológico, un tipo se levanta un día y como el famoso ‘Eureka’ del tal Arquímedes, el de Siracusa, con mirada iluminada y parafraseando al niño del anuncio exclama: ‘¡¡UN PALOOO… UN PALOOOO!!’
Y ya está. Se queda tan ancho y cambia radicalmente el concepto ‘groufie‘, que no es más que un ‘selfie’ en grupo. Lejos quedan aquellas fotos en que sale un cabezón en una esquina de la foto, sobreiluminado por el flash, con una papada descomunal y con un trozo de su brazo estirado y el resto de la gente al fondo desapareciendo a medida que se alejan del teléfono.
Ahora todo el mundo lo tiene claro… me voy a llevar este palito conmigo, que tiene ‘blutú’ o cable y así el que se estira es él y no mi brazo y dejo de aparecer con cara de estreñido en las fotos y deja de salir mi brazote. Sólo mi brazote, porque el palo sí que sale.
En fin, que hay muchos detractores de este invento que aluden a la incomodidad de llevarlo, a que tampoco se gana mucha distancia, a que el trípode es más natural y a que parecemos bobotontos cargando con algo así, etc. Pero oye, en algunos momentos tampoco es tan mala idea ¿no?
Aunque hay que reconocer que parte de razón tienen. De hecho, el otro día no pude dejar de sorprenderme al ver a un hombre hablando por teléfono con el iPhone, mientras tenía adherido a él un palo de selfie, a modo de antena interplanetaria. Le debió entrar la llamada en el momento de ir a hacerse una foto y no se molestó en desenroscarlo. O a lo mejor es que resulta que también mejoran la cobertura.
Quizá nos estamos volviendo un poco locos a la hora de inventar adminículos para nuestros teléfonos. ¿O no?. ¿Vosotros ya habéis dado el salto a estos nuevos gadgets? ¿Opiniones al respecto?