Actualmente y por mucho que nos pese, estamos viviendo una mala época para ser de Apple. No quiero que se entienda esto como una sentencia de muerte que conlleve un entierro precipitado. Es, o debe ser, un signo de advertencia derivado de una serie de factores que desembocan en una conclusión que se respira en el aire.
Las cosas no van bien, o por lo menos no tan bien como solían ir y la compañía ofrece pocos argumentos de defensa en el juicio público que se está llevando a cabo. Vamos a dar un breve repaso por algunos de los diferentes frentes abiertos que la compañía de la manzana afronta.
– Ha dejado de ser la compañía-sorpresa que iba un paso por delante de la competencia, que abría nuevos caminos.
Sus nuevos modelos de dispositivos no llegan a ser realmente rompedores ni abren nuevas vías antes no exploradas. Tenemos continuidad en los diseños, tenemos nuevas funcionalidades que son meros maquillajes de las anteriores o si son nuevas no acaban de enganchar de manera útil con los usuarios. Véase por ejemplo el 3D Touch o las Live Photos, que no acaban de despegar ni convencer multitudinariamente.
Hay que recordar años atrás como muchas de las novedades que se presentaban eran adoptadas por la competencia, al ser realmente rompedoras. Esto ya no pasa. O casi no pasa. Por no hablar del Apple Watch, criticado por su incapacidad de actuar aisladamente y por no aportar algo realmente necesario. Hasta John Sculley, ex-CEO de Apple lo ha ninguneado abiertamente.
– Sensación de falta de ideas. Este continuismo viene acompañado de un regreso al pasado, como ha sucedido con el recientemente presentado iPhone SE.
El otro día me acerqué a una tienda Apple y me fijé atentamente en el número de personas que se congregaban en cada uno de los productos. El único stand medio vacío era el del iPhone SE. Era un producto nuevo, pero no despertaba demasiado interés como novedad. Ojo, no hablo de las cifras de ventas, sino de la expectación de usuario.
Parecía mucho mayor incluso cuando se presentaron los iPhones de plástico, que por suerte del destino están condenados al olvido, tras removerse probablemente Jobs en su nicho.
Y en unos meses llega el iPhone 7 que, a pesar de que debería ser un cambio radical, como lo fueron sus predecesores al aumentar el número que acompaña al nombre, todo indica que seguirá en la línea de los modelos 6 con pocos cambios estructurales. Si hasta lo más destacado de lo que se habla, la posibilidad de sumergir el teléfono, ¡es algo que la competencia lleva años haciendo!.
– Estancamiento en el software. En todo el software. MacOS e iOS. Es necesario una vuelta al diseño y a las funcionalidades.
No puede ser que haya habido cambios menores desde iOS 7 y casi obligados más por los nuevas capacidades del hardware, que como una verdadera evolución. Es necesario incorporar funcionalidades que ya es increíble que no se posean.
Desde la aparición de iCloud y Apple Music (o sus alternativas), iTunes tiene cada vez menos sentido y por ende todo lo que se realiza con él. Ya podemos tenerlo todo Online, realizar copias de seguridad y restaurar, escuchar música e instalar aplicaciones sin tocar un ordenador.
¿Para cuándo poner una canción como tono de llamada directamente desde el teléfono? ¿Pasar un archivo a otro teléfono sea cual sea su Sistema Operativo? ¿Dejar que Apps de terceros interactúen con la API de llamadas? No creo que estas opciones rompiesen el blindaje de seguridad que se ha puesto como excusa para no realizarlas…
Ojo, no quiero ser pesimista, soy el primero que piensa que cada uno de los productos de Apple es el mejor en su clase. Lo que quiero es hacer un inciso en cosas que se deberían mejorar para seguir siendo la compañía de referencia que tantos seguidores tiene.
Vosotros ¿qué pensáis? ¿Exagero o hay algo de verdad?