Dentro de la vorágine de productos nuevos que nos rodea, actualizaciones, cambios de modelo, de versionado de software, etc. me gustaría intentar analizar las diferentes fases por las que pasa un producto de Apple a lo largo de un año completo. No le voy a poner nombre y apellidos, no voy a hablar de un producto en concreto, ni iPhone, ni iPad, ni Macbook, ni nada.
Y es que todos los productos de Apple siguen casi los mismos patrones sociales desde el momento en que se piensan, hasta el momento en que se venden, se mastican, se degluten, se digieren y se expulsan. Veamos pues, si estos patrones o fases ejemplifican correctamente el tiempo de vida de un producto a lo largo de este primer año.
De todos es sabido que la vida de cualquier objeto que se pone a la venta, máxime si se trata de un componente electrónico, suele ser, casi matemáticamente, de 365 días, hasta que un nuevo modelo, al que normalmente se le suma un 1 (o añade una S) a la cifra que lo representa, aparece en el mercado. Pues bien, comencemos el viaje anual de este producto-tipo, al que denominaré ‘Manzano’, justo en el momento en el que su predecesor ha sido presentado a bombo y platillo.
Obviaré pues los ecos mediáticos que emanará esta precuela recién aparecida y me centraré en un primer momento de este viaje en los primeros rumores de cómo será el Manzano futuro. Aquí aparecerán los primeros bocetos infográficos salidos del laboratorio mental de algún friki, con formas voluptuosas y rompedoras y curvas imposibles a las que su autor con inusitada vehemencia denominará ‘prototipo del Manzano x+1’ quedándose tan ancho.
Normalmente este boceto irá acompañado de nuevas funcionalidades antes nunca vistas, como levitación magnética o capacidades telepáticas o flexibilidad gimnástica. Decir que la aparición de estos bosquejos preproducto se suceden a lo largo del año y sólo cesan cuando las primeras filtraciones reales de cómo será el nuevo modelo aparecen.
Y este es el momento preciso en el que aparecen dos movimientos sociales a la par y con la misma fuerza que permanecerán vigentes el resto del año y a los que, estampando aquí un par de anglicismos, llamaré ‘Believers‘ y ‘Destroyers‘.
Los Believers adoptarán el diseño aparecido como si de un amoroso bebé se tratase y empezarán a ensalzar todo aquello que destaque elevándolo a la máxima expresión, que si sus curvas, que si la disposición de sus botones, que si la perfección de su diseño, que si mira cómo se parece a papá, que vaya mofletes…
Recordemos que todavía no han aparecido las características técnicas, por lo que sigue habiendo un amplio espectro de conjeturas, dimes y diretes.
Los Destroyers empezarán su trabajo arduo y machacón intentando desacreditar exactamente los mismos puntos que los Believers exaltan, intentando por su parte sacar conclusiones precipitadas de la parte estética que justifiquen críticas acervadas ya en un primer momento.
Bueno… realmente hay un tercer grupo, que llamo los ‘Prudenters‘, que no es un anglicismo ni ná, pero, como es mi post, les llamo como quiero. Este grupo se mantiene a la expectativa hasta que la información relativa a este nuevo producto sea lo suficientemente abundante como para emitir un juicio completo y efectivo. De estos, lamentablemente, hay pocos.
Y llegamos al punto en que el producto es presentado y sale a la luz. Ya en otros artículos hemos mencionado los diferentes grupos humanos que surgen a nuestro alrededor cuando adquirimos un producto nuevo, por lo que obviaremos sus reacciones para seguir concentrándonos en lo que el producto en sí despierta. Ahora llega un momento importante y es el que alimenta las carencias que tiene el producto presentado y que formaban parte del ‘must have‘ (me estoy pasando con la lengua de Shakespeare hoy…) que los rumores posteriores al prototipo presentado por el friki enumeraban.
Vamos… que las cosas que le faltan al modelo nuevo serán las que se incorporen, junto a otras de nueva aparición, cuando otro friki (o quizá el mismo) desbarre de nuevo y presente el ‘Manzano x+2’.
Nada más ser presentado, como decíamos y de la mano de las plataformas de visionado en streaming, una nueva tribu empieza a colgar vídeos de cómo se saca de la caja el producto. Son los ‘unboxers‘, que despliegan encima de una mesa, con precisión quirúrjica, todos los componentes que se incluyen en la caja en la que se vende nuestro Manzano. Este es un movimiento social importante, porque es el que provoca más expectación (y salivación), sobre todo en aquellos países donde aún no ha llegado el producto a las tiendas.
Por último quiero mencionar un grupo que llamaré, haciendo uso de una lengua muerta, ‘Mongolicus Profundus‘, que son aquellos que se dedican a coger un Manzano y estamparlo contra el suelo o reventarlo a martillazos o meterlo dentro de una batidora industrial y hacerlo polvo nada más sacarlo de la caja. La mayoría, claro, movidos por los ingresos obtenidos por las visualizaciones de sus vídeos.
Después de este empuje inicial una vez presentado, con todo el circo mediático que le acompaña, los ánimos se van enfriando poco a poco hasta que se cierra este año vertiginoso y todo vuelve a empezar.
Y así, se completa el círculo de la vida de un Manzano.