De un tiempo a esta parte no paran de surgir opiniones más o menos concurrentes sobre las tabletas iPad de la compañía de Cupertino. Estas opiniones están basadas en hechos contrastados. En datos fidedignos. En cifras certeras. En números incontestables. Lo que es más cuestionable son las conclusiones que se extraen de estos datos para emitir un juicio de valor verdaderamente cuestionable.
Me estoy refiriendo, para aclarar las cosas, al descenso de ventas del iPad. Año a año está viendo como sus números descienden en contraste frontal con los de su primo el iPhone, que no hacen más que subir.
Y así es. Si analizamos los gráficos de ventas del iPad desde su presentación, podemos observar el ascenso meteórico de ventas desde que salió al mercado en 2010, pasando por una estabilización en 2013 a comenzar un descenso gradual en el 2014 hasta nuestros días. Eso son los hechos. En lo que no estamos tan de acuerdo es en las conclusiones. Algunos medios han llegado a augurar «el final del mercado de las tabletas«, llevando hasta el extremo la exageración en sus opiniones.
Voy a enumerar las razones por las que creo y seguiré creyendo en el mercado de las tabletas, intentando explicar los motivos de esta tendencia en el mercado.
- Lo primero es dejar claro un concepto: Los iPads no son iPhones. Por mucho que argumenten que el aumento de tamaño de pantalla en los móviles está cercenando la cuota de mercado de los iPad, eso es simplemente Mentira. Cada uno cumple y cumplirá una función muy bien delimitada. Un iPhone es un teléfono con capacidades extendidas que nos acompaña allá donde vamos y por ende tiene un uso y desgaste muy superior a una tablet.
Bien es cierto que debido al aumento de pantalla hay algunas operaciones que ahora resultan más cómodas de realizar con ellos, pero cuando estás en tu sofá, consultando la web o jugando a un juego o utilizando alguna aplicación, tu referencia será, si eres poseedor de una de ellas, una tablet. Es así. Hace poco que me he hecho con un iPhone6S+ y esas 5,5 pulgadas me parecen fabulosas, pero no me eximen de agarrar el iPad como si de un volante se tratase cada vez que necesito una experiencia más completa.
Desde que tenía un iPhone 4, cuando salió el iPad en 2010, he usado sus 9,7 pulgadas exactamente para lo mismo. No he pasado a hacer algo a mayores con el teléfono que ya no hago con el iPad. Por lo tanto comparar churros con merinas es, de todo punto, incongruente. Un iPhone es un iPhone y un iPad, un iPad y funcionalmente tienen propósitos distintos. Es como decir que como me he comprado unas zapatillas con suelas de mayor adherencia y más superficie de contacto ya no necesito el coche.
- El Tiempo de vida de un iPad no tiene nada que ver con el de un teléfono. Primero no es un dispositivo de uso masivo, como el iPhone, por lo que el desgaste físico es menor y por poco que lo cuides te puede durar mucho tiempo. Por lo tanto, este ciclo de vida te exime de tener que cambiarlo frecuentemente.Además, tecnológicamente no ha cambiado tanto desde el primero.
Sí… tienen pantallas mucho mejores con resoluciones mucho mejores, procesadores mucho más potentes, pero realmente, para el uso del que es objeto por el 90% de la población, consultando webs, aplicaciones ofimáticas y algún que otro juego ocasional, un iPad de hace 3 años es mucho más que suficiente.
Yo mismo tengo el mismo iPad desde hace 3 años y no considero la necesidad de actualizarme. No veo tan útil la huella dactilar (no lo desbloqueo tan a menudo) como en un iPhone, ni que sea más plano ni ligero que el modelo anterior. Todo lo que uso me va perfectamente con iOS 9. En cambio en ese mismo tiempo, han pasado por mis manos 4 iPhones, que sí me ofrecían nuevas y «rompedoras» prestaciones dignas de que me rascase el bolsillo.
- Por último hay que analizar el mercado. No hay un descenso de ventas de tablets en todas las marcas del mercado. De hecho cada vez proliferan más las tablets de bajo coste que han aumentado sus prestaciones y descendido sus precios.China pega fuerte, con materiales inferiores, plasticosos y mayormente impactados por obsolescencias a medio plazo, pero altamente competitivos.
Esto es quizá el punto fuerte que tienen los iPad, que a la larga se ha desvelado como un inconveniente para ellos a la hora de continuar con la escalada de ventas. Si haces un producto mejor, con mayor duración, con un sistema operativo que sigue funcionando a la perfección en su última versión, la necesidad de que ese usuario cambie es casi nula. Y sin regeneración no hay ventas.
Pues bien, espero que estas líneas hayan explicado perfectamente mi punto de vista con respecto a lo que está pasando con el iPad. Muchos de vosotros seguramente tendréis alguno, pero ¿a que no veis tan necesario su cambio? ¿Si lo perdiéseis… os compraríais otro?