Parace que en la NASA también gusta el iPhone, y se dedican a crear tecnología propia para ampliar sus capacidades.
Según parece, han creado un sensor químico del tamaño de un sello, que enchufado al iPhone, permite recopilar, procesar y transmitir (vía 3G o Wifi) información sobre las concentraciones de amoníaco, cloro y metano en el aire.